Colores prematuros, palabras escandalosas, pasos perdidos, en un camino recién borrado, besos desteñidos, remojados en alcohol, pasados pro aceite, bañados en chocolate, destilados, mojados de sudor, sonrojados de vergüenza, besos revoltosos, que atraviesan murallas, que rompen reglas, estereotipos, marcan huellas, crean mundos, llueven melancolía, siembran nostalgia.
Besos de hoy, ayer, pasado y mañana, sin tiempo, con reloj, vacíos y llenos, opuestos, contrarios, celosos, ansiosos, ocultos y juguetones; vacilantes, oscilantes, estridentes, deslumbrantes, enjaulados, delirantes y misericordiosos; psico-analistas, psicomágicos, bipolares, esquizofrenicos, autistas, bizarros, ahogados, suprimidos, ventilados, bloqueados, reciclados, burbujeantes, carbonizados, empolvados.
Besos, que lloran, que ríen, que golpean, quiebran, pegan y unen, que buscan, que alejan, encuentran y llevan, que se exponen, están en muestra, encerrados en un probador público, en un circo amatheur; orientales, asiaticos, ancestrales, boluptuosos, raquiticos, coloquiales, hedonistas, orgullosos, y nebulosos.
Besos cavernicolas, carnívoros, floreados, amapolados, primaverescos, refunfuñantes, dementes, organizados, maniáticos, obsesivos y compulsivos, forasteros, robados, asaltados en una calle; rebeldes, encadenados y sin futuro, llenos de esmalte y barniz, de cometas en el cielo y de sombrillas a la orilla, de vasos vacíos, de botellas llenas.
Besos de cantina, de cantineros, de perros y gatos, de hombres o mujeres, de verdad y de mentira, de juego y por error, de luces fosforescentes, de sombras opacas, rizadas y enroscadas, maquineantes, vaporizados.
Besos que se esconden o se van, para quedarse, o para no volver más.
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