Tengo una relación complicada con la gente, no me agrada agradarte, no me agrada querer agradarte, no agrada que la gente diga estupideces, que vea las telenovelas del trece, o que lean El Mercurio, no me gusta.

A estas alturas del año parezco una señora anciana, solterona y llena de gatos, que acepta por inercia lo que le conviene, porque se acostumbró a ese modismo, a ese tipo de vida, pero también lo detesto, y no me agrada.

A estas alturas del año, me duele la cabeza por el puro hecho de parpadear, por querer fumarme un pucho, por tener que salir a hacer algo a la calle, esto de ser una antisocial camuflada pesa, cuesta un poquito, pero debo reconocer, que la soledad me aburre.

Pero hay gente diferente, hay dulces, hay chocolates y café. Hay un mundillo ahí, esperando, que me da ansiedad, y lo reconozco, me perturba.

Me confundo con facilidad, quiero un cambio, un escarmiento, un golpe bajo, algo que me haga tocar fondo y me haga ver las cosas de otra forma, o quizá solo necesito que el psicólogo me llame, y me diga "hola, estás mejor, eh?" cosa, que no va a pasar. 

Soy tan dependiente, que me obligo a odiar cosas que amo, soy tan absurda-mente hipócrita que me olvido de lo que quiero.

Soy tan común, que no tengo nada nuevo que decir.