Comienzo a perder la fe, y a darle una oportunidad a la esperanza, a buscarte donde alguna vez formaste un recorrido constante, a crear retratos que nunca hicimos, a destruir lo que doy por perdido.
Empiezo a buscar recetas de olvidos, o de disculpas, a emanciparme de tu sabor ácido, a recorrer baúles de atardeceres serenos.
Comienzo a dudar de tu real existencia, de tu monárquica desaparición, de tu utópica perfección.
Comienzo a perderme en tu oscuridad, a pensar que perdí el son y el ritmo, a discipar analogías, a crear crónicas y biografías, comienzo a tartamudear sonatas, a escribir en prosa, comienzo un final sin un comienzo realista. Comienzo a perturbarme, a rebuscar hojas en blanco, dudando de la solides de mi propia realidad, dudando incluso de mi existencia. Y entonces, termino huyendo, escapando de mis propios fantasmas, a correr sin rumbo y sin pararme de mi cama; empiezo a extrañarte, a perderte, a dejarte atrás, a chocar con tus cartas fosforescentes y fluorescentes, a redactar mi propio ultimatum; empiezo a ahogarme en esta ausencia de tí, en esta sopa de lluvias y de lunas sin compañía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario